El preservativo es muy relevante en
la historia de la anticoncepción ya que hasta la aparición de
los anticonceptivos hormonales en la segunda mitad del siglo XX puede
considerarse uno de los pocos métodos efectivos. Su uso comenzó a extenderse en
1880.
El preservativo ha sido usado
desde tiempos antiguos para prevenir "enfermedades venéreas" (como se
les conocía antes, en honor a Venus, diosa del Amor), al igual que como método
anticonceptivo.
En cuanto el ser humano descubrió la relación entre el sexo y la
concepción de los hijos, así como entre el sexo y la aparición de ciertas
enfermedades, comenzó a utilizar secciones más o menos largas
de tripas de animales con una de las puntas atada. Estos dispositivos
aún hoy pueden conseguirse (construidos de manera un poco más sofisticada),
debido a su capacidad de transmitir el calor corporal y por su sensación
táctil, pero no son muy efectivos en la evitación de la concepción. En Egipto,
al menos desde 1000 a. C. se utilizaban fundas de tela
sobre el pene. La leyenda del rey Minos (1200 a. C.) hace referencia
al empleo de vejigas natatorias de pescado o vejigas de cabra para retener el
semen.
En el 2000, el museo
Británico de Londres expuso por primera vez los preservativos
más antiguos del mundo que se conservan, de alrededor de 450 años, que fueron
encontrados en excavaciones hechas en los ochenta en el Castillo
de Dudley, en el centro de Inglaterra. Los ejemplares expuestos
corresponden a los siglos XVI, XVII y XVIII. Llama la atención que estos
ejemplares son tan finos como los que se fabrican actualmente de manera
industrial con látex. Estos preservativos, fabricados con intestinos de
animales, están cosidos cuidadosamente en una extremidad, mientras que la otra
punta tiene una cinta que permite mantenerlos apretados una vez colocados. Pero
miden 34 mm de ancho (mientras que los actuales miden 52 mm, 18 mm más anchos
que los antiguos ingleses).
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